Desacierto

El vino y los aditivos hicieron lo suyo. Finalmente se propició ese primer y único encuentro que terminó con dos cuerpos atrapados en la aridez de un lugar desocupado y sobre un lecho sin sábanas pero con unas ganas inmensas de tocarse hasta el fondo de los pensamientos.

Preguntar cómo sucedió es tontería, el hecho es que pasó. Y pasó de las miradas ininteligibles a los besos entendidos como salvo conducto para declararse inocente, pasó del abrazo amigable al deseo de ser inseparables, por lo menos esa noche; pasó como pasan a veces las cosas: tarde e irremediables sin posibles segundas partes.

Fue muy bueno con todo lo bueno que pueden ser estos encuentros cargados de malicia e inocencia, nunca se imaginaron que llegarían allí pero llegaron, como un par de inconscientes, para luego alejarse en un «no se repetirá» porque la idea de los daños a terceros pesa como un yunque y más cuando estos terceros no se lo merecen… Así, pues, quedará en el recuerdo en medio de alguna noche fría mientras ambos se deseen la mejor de las suertes.

2 comments

  1. Hola Silmar!!!
    Hay encuentros que te marcan, seres que te dejan una huella en la mente, en el corazón… Conocerte ayer me dío esta impresión y con mi aproximativo español hemos acertado hablar de cosas muy profundas en muy poco tiempo!

    He leído todos tus escritos, me encantan realmente. Me reconozco en ellos, y tal vez, eso es prueba de sus calidades ya que llegan a un alcance universal como todo buen texto…

    Volveré a menudo en tu blog.

    Espero verte pronto en Madrid, Paris o Caracas…
    Un besito, cuídate mucho y que todo te vaya super bien

    Marine

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