El orgullo desde el orgullo
Como el relleno de un sándwich entre samba y samba, detrás de una pancarta y una novia que gritaban ¡RESPETA NUESTROS DERECHOS!, me vi al lado de maravillosos amigos y rodeada de ángeles, negros, blancos, ositos, drags queens y sonrisas.
Desde que llegué a la ciudad que me recibió de brazos abiertos, asisto a esta fiesta, cámara en mano con sed de imágenes y empujada por la curiosidad. Esta vez, gracias a la invitación de mis amigos, pude vivir la euforia desde dentro, sin ser parte del público, sino como participante en la caminata que partió desde la Puerta de Alcalá hasta la Plaza de España.
La diferencia desde esa perspectiva fue poder ver la cantidad de gente que asiste atraída por el espectáculo, otros por la fiesta y algunos a espetar a la gente de la comunidad LGTB su “diferencia” (y que oportunamente y respetuosamente fueron echados del lugar), pero también a muchos que acompañan a los participantes en el llamado por la reivindicación de sus derechos sin distingo de su inclinación sexual por pura solidaridad y apoyo.
Otra cosa que llamativa fue la actitud de quienes allí estaban. No vi, ni viví, ni temí estallidos de violencia, a pesar de que -como en todos los eventos que aglomeran tal cantidad de personas- había alcohol y porros (seguramente algo más), pero la gente respondía con bromas y actitudes graciosas hacia cualquier brote de este tipo y más de un pseudo-violento se quedaba cortado ante el “¡que guapo (a) eres!” que le soltaba el otro.
Sol, baños de agua, los balcones de los hoteles repletos de gente y la Gran Vía fueron testigos, una vez más, de la reunión más grande, variopinta y alegre de Europa organizada por la comunidad LGTB. Más allá de la euforia y de la diversión nos quedó la alegría de poder ser una voz más en ese llamado por la igualdad y los derechos de cada quien por decidir lo que quiera ser.
En fin que un año más de asistir a la fiesta del orgullo y de confirmar que la tolerancia y el respeto son ganancia.
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Asi es tqm