Vida en oclocracia
La primera vez que escuché el término Oclocracia, fue definido como “el poder en manos de la chusma”, esto sucedió mientras estaba yo en el veterinario llevando a Tinta, la cocker de la familia, a darse su baño mensual y entablé conversación con un abuelo que llevaba su yorkshire, lo cual puede sonar muy oligarca (según la concepción actual), pero no, los 50 del baño me pesaban y no podía hacerlo yo en casa. En fin, a lo que importa. Lo cierto es que la palabra Oclocracia quedó retumbando en mi cerebro, no para ponerle nombre a alguna hija o mascota, no, sino tomando más fuerza cada vez que leo la prensa e inevitablemente me hundo en el caso Venezuela.
Considero justo comenzar por definir, sin personalizaciones, el término oclocracia para que quienes lean esto puedan entender.
Según el diccionario de la Real Academia, que nos rige hasta que se haga uno de la Real Academia Bolivariana Mesma; Oclocracia: (Del gr. ὀχλοκρατία).
1. f. Gobierno de la muchedumbre o de la plebe.
Veamos, pues, porque acá nos sumergimos en mares picados e infectados de tiburones y, caemos sin querer, en el error de los oclócratas. Valga la salvedad de que se trata de explicar, humildemente, lo que se entiende sucede en Venezuela.
Cuenta la historia que el término Oclocracia sería acuñado por el sabio Polibio durante las remotas épocas del 200 a.C. quien la definió como “la tiranía de las mayorías incultas y el uso indebido de la fuerza para obligar a gobernantes a adoptar políticas, decisiones o regulaciones desafortunadas”. En el caso que nos ocupa lo desafortunado es que quienes ejercen la oclocracia en Venezuela se han hecho con el poder y no lo quieren soltar.
Aristóteles la definió como una de las tres formas de degeneración de lo que le dio por llamar sistemas puros de gobierno: la monarquía que devendría en tiranía; la aristocracia que a su vez degeneraría en oligarquía -¿familiar el término?- y la democracia que declinaría en oclocracia.
El mismo Polibio complementa su conceptualización al decir: «Cuando la democracia, a su vez, se mancha de ilegalidad y violencias, con el pasar del tiempo, se constituye la oclocracia», creo que ya nos vamos entendiendo pero como dicen los infomerciales: ¡hay máaaasss!
Maquiavelo, aquel que se ganó una fama de bicho con su política, el mismo de la frase: “divide y vencerás” -que bien practica el presidente Hugo Chávez-, en su teoría cíclica de la sucesión de los sistemas políticos presenta la oclocracia como: “el último estado de la degeneración del poder, el peor de todos los sistemas políticos”.
Pero la cosa no se queda allí, Jean Jaques Rosseau en su Contrato Social radica el origen de esta degeneración de la democracia en una “desnaturalización de la voluntad general que deja de ser general tan pronto como comienza a presentar vicios en si misma encarnando los intereses de algunos y no de la población en general, pudiendo interpretarse esta, en última instancia, como una ‘voluntad de todos’ o ‘voluntad de la mayoría’ pero no de una voluntad general”.
¿Qué agregar? Si todo está dicho y no lo dice esta pobre mortal, lo dicen los que en verdad saben de temas políticos. Así que señores, para propios y extraños, en nuestro país se practica desde hace ya un rato, la Oclocracia la más vil y sucia de las formas de poder.