Alitas rotas y enanitos muertos

Llega el verano. Para los que nacieron en un país tropical es una novedad eso del cambio de estaciones, para los que no, es simplemente el fin de la inclemencia del frío del invierno con vuelo rasante por la inconsistencia de la primavera y la llegada del bochorno que trae consigo algo de lo que no se escapa nadie: alitas rotas y/o enanitos muertos.

Probablemente Jean-Baptiste Grenouille, el célebre protagonista de El Perfume de Süskind tuvo mucho de donde sacar durante el verano en París, si hubiese vivido en el siglo XXI le hubiese bastado con abordar un vagón del metro de Madrid para salir con un cartapacio de fórmulas para crear ¿perfumes? o quizá para saber cuál aroma descartar lo que si puede ser es que hubiese tenido trabajo de sobra calculando grados de acidez.

Las alitas rotas y los enanitos muertos al parecer abundan en el verano madrileño la experiencia es única, los aromas por descubrir son toda una experiencia y la resistencia estomacal se pone a prueba, entre otros descubrimientos se adquiere un conocimiento olfativo multicultural, así, no huele igual un enanito muerto chino que un senegalés; o un marroquí con el alita rota, nada como los cementerios de enanos italianos o guiris (gringos o todo aquello rubio por todos lados que se mueva ) que abundan en las calles y en el transporte público mientras disfrutan del verano español.

Los latinos son otra cosa otro “aroma” no es lo mismo un enano muerto peruano que uno boliviano o ecuatoriano y los venezolanos tampoco se escapan, ni hablar de los argentinos, pues el calor es diferente o quizá se le achaque a que el PH de la piel cambia al saltar el charco, en fin lo cierto es que en el verano hay que cuidarse de quedar en medio de una mortandad de enanos (tufo sin discriminación) o ser víctima de una rotura de ala.