Y pa’ ñapa, se nos va Simón…

Cuando yo era pequeñita escuchaba música con mi papá por eso es que me sé muchas canciones, muchos boleros y casi todas las de Simón Díaz, es decir, crecí­ escuchando a Simón, me lo presentó mi padre, a través de sus canciones, mucho antes de Caballo Viejo y de que lo convirtieran en un verdadero í­cono.

Por lo dicho fue que ante el anuncio de su muerte pude por fin llorar por muchas cosas pero sobre todo por los recuerdos que se agolparon en mi mente, con el «soundtrack» del tío de fondo, hasta llegar a estos tiempos en los que el paí­s, ese que tanto amó Simón, vive dí­as aciagos. Pero ese es tema de otro post.

Mientras recordaba me di cuenta de que sí, Simón acompañó muchos momentos de mi vida, de hecho justamente ayer durante la concentración de venezolanos en Madrid, en mi cabeza resonaban la tonada del cabrestero y el amor enguayabao; y pensé: será porque en estos días estuve escuchando su concierto Simón Díaz Cuenta y Canta, cosa que hago cuando mis sentimientos se revuelven ante la injusticia que se vive en Venezuela y para que la rabia amaine.

Hoy me doy cuenta de que el ‘soundtrack‘ del tío Simón me sigue acompañando y es a partir de la noticia de su partida que he vuelto a escribir.«

Tengo mucho que agradecerle a este señor del que escuché a lo largo de mi vida mucha música y muchos cuentos, todos sobre su don de gente, su bonhomia, su sencillez , su creatividad, su gracia y su picardía. Tuve el placer de trabajar en el mismo lugar con su hija Bettsimar y a través de ella supe que su cerebro se estaba perdiendo en la Venezuela que fuimos y de su precario estado de salud de los últimos años cosa que encogió mi corazón tanto como se me encoge hoy al saber de su partida.

No, no lo conocí personalmente pero estoy segura de que muchos de nosotros, los de mi generación, podemos hablar de él como si lo hubiésemos tratado; tengo que agradecerle al Tío Simón, ya que por él aprendí, entre muchas cosas: lo que es una tonada, lo que es el sol de los venados, a identificar el lucero de la mañana, las flores de chupachupa, las penas del cabrestero; que nuestro llano es una inmensa mano extendida a los pies del cielo y a amar más lo que tenemos y lo que somos.

Feliz viaje tí­o Simón salúdame a los que nos esperan donde siempre hay luz.

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