El mago de la palabra.
Ayer murió José de Saramago por lo visto Dios se empeña a dejarnos este mundo extraño y extrañado de seres que ponen la cabeza a funcionar para dejarnos rodeados de enanos intelectuales y de poca monta.
Saramago tuvo la virtud, la envidiable virtud, de generar sentimientos encontrados en quienes tuvimos la dicha de saber de él, de adentrarnos en su obra, de admirarlo al punto de que aunque no estuviésemos de acuerdo en algunos de sus postulados y visión de la vida, terminábamos por darle la razón. Cualidad de los pocos genios que quedan en el mundo.
Muchas veces dijo no gustarle el mundo en el que le había tocado vivir, a muchos no nos gusta y nos toca, otra vez dijo que somos parte de un rebaño que necesita reglas, y cuanta razón tuvo, así como cuando se preguntó dónde estaba la izquierda, al criticarla en una entrada de su blog, -aun siendo un hombre de izquierdas-: “la izquierda no piensa, no actúa, no arriesga ni una pizca. Pasó lo que pasó después, hasta lo que está ocurriendo hoy, y la izquierda, cobardemente, sigue no pensando, no actuando, no arriesgando ni una pizca. Por eso no es de extrañar la insolente pregunta del título: ‘¿Dónde está la izquierda?’ No doy albricias, he pagado demasiado caras mis ilusiones”.
“Todos los diccionarios juntos no contienen ni la mitad de los términos que necesitaríamos para entendernos unos a otros”. (Saramago, El hombre duplicado)
En fin, que este filósofo, magnifico escritor amado y odiado, que no separaba los diálogos con guiones, se fue tras la huella de su amigo Benedetti, con quien estará en cualquier lugar, con o sin Dios privándonos de sus magnificas historias llenas de enseñanzas y de obsequiarnos con la verdadera magia de la palabra. No se puede hacer si no agradecerle, lástima que como él queden pocos o quizá ninguno.