Los hermanos Esteban Alenda cambian “el orden de las cosas”
Madrid, 01 Feb. 11. AmecoPress.
Un cinturón, una bañera una gota de agua, una mujer expuesta y vulnerable, signos, símbolos. No hay ni un golpe explicito, no se escucha ningún insulto, en el diálogo no hay gritos. Se trata de “El orden de las cosas” un film nominado a mejor corto de ficción en los Premios Goya que muestra la violencia de género sin por ello hacer apología a la violencia. De ello hablamos con sus realizadores los hermanos César y José Esteban Alenda.
No es el primer cortometraje que realizan ni el primero nominado al Premio Goya, pero si el primero en el que tomaron como leit motiv la violencia de género. El ver las “injusticias que ocurren a diario” despertó en ellos la necesidad de “aportar un pequeño grano de arena y de intentar llevar el mensaje de una manera distinta”.
¿De dónde surge la idea de ‘El orden de las cosas’?
C: La idea original era la de la historia de una mujer que está en su casa, en la bañera, y recibe una llamada de otra mujer maltratada que pide ayuda pero se ha equivocado de número de teléfono. La paradoja es que esa misma mujer que atiende la llamada y que comienza a aconsejar a la otra diciéndole que deje a su pareja que la maltrata, vive la misma situación de la que llama. Ese fue el punto de partida, luego se desarrolló y al final nos apoyamos más en el mundo de la metáfora y el resultado es ‘El orden de las cosas’.
Se apoyaron entonces en la metáfora a través de símbolos ¿podrían hablar sobre esto?
C: El agua por ejemplo, está presente gota a gota en toda la película y que representa el valor que va poco a poco reuniendo la protagonista para terminar desbordándose e inundándolo todo. Ella, desnuda en una bañera como espectadora de lo que será su vida. El nivel del agua de la bañera es un reflejo del estado de ánimo de Julia, la protagonista. Hay momentos en que el marido tira del tapón de la bañera y le baja el nivel del agua, lo cual representa una disminución de su valor, sus momentos de flaqueza.
También otro símbolo fuerte en la película es el cinturón que Marcos, el marido, busca desesperadamente y que representa esa herencia que él ha visto desde joven, (la del maltrato) ese cinturón simboliza el orden de las cosas que tiene que seguir, cómo las mujeres tienen que estar sometidas a los hombres.
Desde el primer minuto del corto, notas que se aparta del realismo. Al final es toda una representación poética de los estados de ánimo de los personajes desde su situación. Por ejemplo ella: baja, desnuda, totalmente expuesta, con la puerta del baño abierta para que todo el mundo la vea además del hecho de que no hable, al final no es tanto lo que dicen los personajes lo importante, es la situación, lo que envuelve todo, los dos decorados, el cuarto de baño; ese pasillo con puertas a los lados, ese pasar del tiempo para todos menos para ella.
C: La mujer maltratada pierde la voz, la gente pregunta: ¿cómo es posible que le quitéis la voz? no tiene voz ni para defenderse. Pero es un poco lo que queríamos mostrar también con su posición; está desnuda, una posición baja en la bañera mediante esa situación y, su forma de no expresarse, queremos simbolizar lo que es la situación real de una mujer maltratada que aunque tenga voz y pueda hablar es como si no la tuviera porque está anulada.
Tampoco envejece
C: La idea fundamental del corto es que ella tiene la oportunidad de poder contemplar cómo va a ser su vida si se mantiene al lado de esa persona por eso no envejece. J: Ella tiene la oportunidad de poder ver y sentir en lo que puede convertirse su vida si se mantiene al lado de esa persona que la maltrata y comprobar que no va ir a mejor, si no, a peor. Lo que pretende el corto es mostrar que al primer maltrato tienes que marcharte porque la cosa no va a funcionar. El personaje de Marcos (el marido) también es interesante ¿podrían comentarme más sobre él?
J: El es casi una especie de enfermo, él no es consciente, ni se enorgullece de su forma de pensar, es que no conoce otra por eso no comprende que ella le coja el cinturón como metáfora de que no le acepta su orden de las cosas, es algo fundamental.
Buscamos actores que no tuvieran el típico perfil de maltratador. El espectador está acostumbrado a los estereotipos en los actores según el papel y lo que quiero decir es que no sabemos quien pueda ser maltratador, cualquiera puede ser maltratador, lo habitual es poner a una persona muy grande, muy violenta, no, en este caso es al contrario, es una persona a la que hasta su familia acompleja porque se deja ver (en la escena del pasillo) que es una persona acomplejada con sentimiento de inferioridad en todo momento.
¿Por qué el hijo no la rescata?
J: Son los corsés que te pone la historia: el personaje no habla, ella se tiene que dar cuenta, entonces, se da cuenta de que pierde a su hijo que es el catalizador, porque este se va cuando siente que la situación le sobrepasa. El primer momento en el que suena una voz dentro de ella…
C: llora en voz alta.
J: …es en el momento de la llamada. Y es recordando ese avioncito roto, que simboliza la perdida de la inocencia, cuando el niño se da cuenta de que su padre, su héroe, maltrata o agrede a su madre, se da cuenta de que su modelo deja de serlo.
¿Seguirán haciendo cine con este tipo de temática?
J: Nosotros tratamos de ver nuestras películas desde los ojos del espectador, yo veo una película de Ken Loach y me va a gustar pero tengo ciertos obstáculos cuando se trata de un cine social, muy social porque indirectamente todos los días estamos bombardeados, a través de los medios de comunicación, de imágenes de historias, si no tristes traumáticas. Y uno cuando va al cine trata de evadirse un poco. Sin embargo, puedes tener un buen efecto si lo tratas de una manera original.
El tema de El orden de las cosas genera obstáculos “otro corto más sobre la violencia de género”, “otra película más sobre la violencia de género” pero al haberlo tratado de una manera intencionalmente diferente, hemos visto que funciona, porque es más arriesgado no darle el tratamiento tradicional.
Para Amecopress.net /Madrid, Feb. 2011