Poesía y humor

Oriente es uno de los más atractivos destinos turísticos del país, pero también es sede de la simpatía, creatividad y el buen humor. Sol y playa, y petróleo,  se funden en una de las regiones más productivas de Venezuela

El venezolano lleva una marca indeleble: la que dejó la influencia de los extranjeros que llegaron en los siglos XVII y XVIII. Pero este sello mezclado con el pasado indígena es una especie de alquimia que, puesta al fuego lento del sol oriental, origina la personalidad explosiva y dicharachera de los pobladores de esta zona del país.

El sociólogo Enrique González Ordosgoitti explica la manera de ser y costumbres del oriental a partir de la existencia de la tribu de los arawacos, la casta indígena más antigua del país, que se asentó en la zona y ocupaba extensas regiones litoralenses. Desarrollaron el cultivo de la yuca y el maíz, elaboraron casabe –los del oriente montañoso– y se dedicaron a la recolección de productos del mar –los de la costa–. Estas etnias recibieron la influencia de todo extranjero que entraba por los puertos orientales. Así el ingreso de corsos, italianos y vascos, además de los visitantes de Puerto Rico, Cuba y Trinidad, le imprimieron a los pacíficos arawacos parte de su cultura.

El oriental hereda entonces un mix de costumbres que lo formaron. Organizado, pero en una especie de estructura horizontal donde no se establecen jerarquías, «el oriental trabaja individualmente o en grupos, donde todos son iguales», dice González. De ahí su manera de dirigirse a los demás, aunque con tendencia a ser un poco ingenuo.

El sociólogo agrega que el oriente, durante los siglos XVIII y XIX, fue una de las regiones más ricas del país, pero fue muy vapuleada por las guerras independentistas y se fue descapitalizando. «Estos fueron pueblos creados por los españoles. De hecho, la academia, a diferencia de otras regiones, llegó con cierto retraso a la zona, lo que explica por qué la Universidad de Oriente es una institución relativamente joven».

Con respecto a Margarita, el sociólogo –sin establecer diferencias– explica que el nativo de la isla siempre ha tenido, además, la cultura del viajero, que le da la búsqueda del contacto con tierra firme y que lo impulsa a trasladarse a otras regiones.

Sol al revés

El asiduo visitante y quien conoce la región oriental por vez primera no puede dejar de notar la salida del sol. Unicamente en dos regiones de Venezuela se da el fenómeno peculiar en el que el astro rey sale por el occidente en lugar del oriente: una es la Península de Paraguaná y la otra la de Paria, lo que hace pensar que, o bien están al revés, o que el sol imprime a sus pobladores sus peculiares maneras. O quizá se deba al fenómeno de las mareas producidas no por los cambios lunares, sino por el Orinoco, que da la impresión de que respirara en la costa monaguense.

El oriental es cálido, le gusta bañarse en ríos, beber y celebrar –en las «chanas» o especie de conucos– cualquier tipo de festividad, cerveza en mano y sancocho al fuego. Contrario a lo que piensa el común de las personas, el oriental venezolano es trabajador. «Salir a pescar ya es un trabajo arduo, que representa la pérdida de horas de sueño, el arreglo de complicados aperos y el mantenimiento de los botes. Sólo el que no ha trabajado la pesca no sabe el esfuerzo que ello representa», dice González.

Tiene fama de exagerado, con esa exageración graciosa e increíble que hace reír a quien lo escucha. Es muy familiar, tiene tendencia a emparentarse con cualquier persona, pues en todas partes consigue un «primo», y tiene fama de peleón, aunque su naturaleza arawaca lo hace pacífico.

El oriental venezolano es pícaro, con los visos que otorga la ingenuidad, y siempre busca el lado jocoso de las situaciones. A pesar de que no es una región que se caracterice precisamente por su bagaje académico, es cuna de poetas que han dejado su impronta en la literatura nacional: Andrés Eloy Blanco, José Antonio Ramos Sucre y Cruz Salmerón Acosta. Y aunque los dos últimos fueron de la corte de poetas atormentados, los estudiosos de la vida y obra de Blanco, no dudan en afirmar que uno de sus rasgos resaltantes era su manera de ser, propia del oriental.

Con el tiempo, la región ha ganado también fama de productora de grandes atletas, sobre todo de boxeadores y glorias del beisbol.

Buenos dientes y creyentes

Son infinitas las tradiciones y costumbres que se han gestado a lo largo de toda la historia en la región oriental del país, especialmente en Margarita, bien llamada «perla del Caribe», donde la pesca, además de ser una de las actividades principales, es fuente de la más exquisita gastronomía.

Tal vez una de las manifestaciones religiosas más populares de la zona es la veneración a la Virgen del Valle, patrona de Margarita –y de oriente– desde tiempos remotos, en cuyo santuario pueden encontrarse innumerables objetos, como símbolos de sacrificios o promesas de los devotos del pueblo.

El oriental y el oriente son, pues, diversión en la manera de ser de los pobladores y poesía en los paisajes de sus costas y lo pintoresco de sus tradiciones. También son progreso: el avance de la industria petrolera y gasífera, y los planes para su desarrollo auguran la vuelta a la bonanza de otras épocas, pronóstico que nada tiene que ver con lo exagerado de sus pobladores.

Publicado en: Revista Producto Edición XXIII Aniversario Nº 272 julio 2006 tomo 1

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